¿No te has preguntado alguna vez por que hay un gigantesca cruz al lado del Castillo de Santa Catalina?
Es algo que solemos asimilar sin hacernos preguntas, pero para los más curiosos os traigo lo que se cuenta por ahí, os sorprenderá.
Cuentan que al conquistar Jaén, el rey Fernando III El Santo por el año 1246, el capitán que tomó el castillo cogió su espada y la hundió en el suelo como signo de «el castillo es nuestro».
Cuando el Rey supo de tal hazaña mandó construir una gran cruz de madera, que sería encomendada sus cuidados a las monjas clarisas.
Lo curioso es que como bien sabes, el viento de Jaén es muy peculiar y rara era la vez en que estas monjitas no se encontraban la cruz caída o desaparecida, y siempre volvían a ponerla.
En 1835 cayó por última vez y no se volió a colocar en su sitio durante varios años, pero no por culpa de las «clarisas».
El pueblo de Jaén al ver que «su cruz» no estaba, comenzó a pedir su restitución.
Tal es así, que el obispo de la época transmitió este «privilegio» a Don Juan José Balguerías que continuó con esta tradición.
En 1946, Dña. Dolores Balguerías costeó la cruz de piedra que vemos actualmente.
¿Te la imaginas de madera?