Si alguna vez te has preguntado cómo era sentarse en los pupitres de una escuela rural de hace un siglo, ahora tienes la oportunidad de vivirlo en Castellar, una localidad de Jaén que ha conseguido mantener un pedazo de su historia intacto.
En su museo local, han recreado con todo lujo de detalles lo que era una clase rural a mediados del siglo XX, ofreciendo a los visitantes un auténtico viaje en el tiempo.
La experiencia es todo un regalo para los nostálgicos y curiosos.
Entrar en esta recreación de escuela es como abrir un libro de historia y sumergirte de lleno en la vida de los niños que, hace cien años, se sentaban en bancos de madera, escribían en pizarras con tiza y aprendían en un ambiente muy distinto al que conocemos hoy.
Nada de pantallas ni tecnología moderna, aquí el libro de texto y la caligrafía impecable eran los protagonistas.
¿Qué te vas a encontrar?
Al cruzar la puerta, te recibe un aula como las de antaño: pupitres de madera desgastados, un maestro que parece sacado de una película de época (aunque en realidad, es parte de la decoración), mapas antiguos colgados en las paredes y, por supuesto, la pizarra de tiza con algún ejercicio de aritmética escrito.
Todo está dispuesto como si el maestro y los alumnos fueran a volver en cualquier momento.
Esta recreación de la escuela rural no solo es interesante desde el punto de vista visual, sino que también permite reflexionar sobre cómo ha cambiado la educación.
En aquellas aulas de Castellar, se respiraba una disciplina estricta, los castigos eran parte del método y la enseñanza se basaba en memorizar y repetir.
Sin embargo, también refleja la importancia de la escuela rural como centro neurálgico en las pequeñas localidades, donde los pocos recursos eran suficientes para formar a los niños de la época.
Lo curioso de esta recreación es la atención al detalle. Desde los antiguos libros de texto hasta los tinteros que aún parecen manchados de tinta, todo está pensado para que la inmersión sea completa.
Incluso el ambiente del aula transmite la sensación de estar en un lugar humilde pero lleno de historia, donde cada rincón cuenta algo sobre cómo era la vida de los más pequeños en un entorno rural.
El museo de Castellar ha conseguido rescatar un pedazo de la historia educativa de Jaén, permitiendo que las nuevas generaciones puedan conocer cómo eran las escuelas en los tiempos de sus abuelos o bisabuelos.
Si pasas por Castellar, no dudes en visitar esta escuela rural recreada y dejarte sorprender por la sencillez y la magia del pasado.