Desde su construcción, se ha convertido en un claro referente en el ámbito de la construcción, siendo el mayor puente de hierro de España.
El puente del Hacho entre Alamedilla y Guadahortuna lleva 44 años en desuso y los municipios piden a Renfe que lo ceda para poder trabajar en sus infraestructuras.
Cuando uno escucha el nombre de Gustave Eiffel, lo primero que le viene a la mente es la estructura de hierro a orillas del Sena, que ha sido un símbolo de la ciudad de los poetas malditos desde su construcción en 1889.
Son muchas las obras y construcciones del ingeniero en diferentes partes de Europa y del mundo, y una de ellas se encuentra a medio camino entre Guadahortuna y Alamedilla, cerca de la comarca de Guadix.
El puente del Hacho, inaugurado en 1897, es una estructura ferroviaria que atraviesa la provincia de Jaén y que no se utiliza desde 1978, ni es estación de los municipios a los que pertenece.
Desde entonces, los alcaldes de Guadahortuna y Alamedilla han trabajado en la recuperación del lugar y en el restablecimiento de su uso, con el objetivo de integrar el puente en la historia y los monumentos de la región, para que pueda ser visitado por turistas y lugareños.
Aunque se propone clasificar el monumento como bien cultural, el principal problema para los alcaldes de los dos municipios es que sigue perteneciendo a Renfe y, por tanto, su restauración depende de esta administración.
Esto les impide solicitar una subvención para restaurar el edificio.
‘Tenemos la intención de extender esta acción para el puente a otras administraciones, como la Diputación, la Junta de Andalucía o incluso el Ministerio de Cultura, pidiendo el 1,5 por ciento para proyectos de este tipo’, añade.
«Si la empresa pública de la que depende no actúa, en muchos casos, para las líneas que funcionan, no lo hará, con mayor razón, para las líneas que hoy no funcionan».
Por eso piden que el puente del Hacho sea cedido o gestionado por los ayuntamientos, ya que esto les permitiría ser propietarios del puente y tener acceso a diversos servicios.
El puente no se ha utilizado desde hace 44 años y no se ha realizado ninguna reforma o trabajo de mantenimiento en este periodo.
Otra cuestión abordada es la seguridad de la zona.
«Aunque no hay riesgo de derrumbe, la zona no está protegida y, por lo tanto, hay riesgo de derrumbe porque la superficie ha sufrido graves daños en los últimos años.
Las comunidades implicadas han estado trabajando para rehabilitar el edificio desde que fue clausurado en 1978.
«Esta es una de las últimas restauraciones que consideramos factibles», explica Torcuato Cabrerizo.
Historia y evolución
El viaducto, de 624 metros de longitud, fue encargado por el taller de Gustave Eiffel, y fueron los alumnos y colaboradores de Duvel y Butilia quienes, bajo la dirección y supervisión del ingeniero francés, construyeron la estructura, que ya estaba terminada a principios de la década de 1890, aunque su puesta en marcha no estaba prevista hasta 1898.
Los raíles cruzan el río a lo largo de 50 metros, apoyados en 11 pilones.
A pesar de la importancia del puente a principios del siglo XX, estuvo en peligro de ser destruido a finales de la década de 1970.
Finalmente se salvó y a principios de los años 80 surgió la necesidad de declararlo monumento histórico-artístico.
Los habitantes de la región fronteriza de los Montes Orientales han hecho suya la imagen del puente de hierro y no pueden imaginar el paisaje del río y del Barranco da Camela sin la estructura metálica que los atraviesa desde hace más de un siglo y que ha sobrevivido a situaciones sociales durante este tiempo, pasando por democracias, dictaduras, una guerra civil y una larga represión social.