El buitre negro, la más grande de las rapaces europeas, encuentra hoy en los bosques de España sus últimos reductos en Europa occidental.
Dotados de una extraordinaria vista, los buitres negros, a diferencia de los leonados, vuelan a baja altura y nunca en grandes grupos, lo que le permite la localización de presas de menor tamaño o que se encuentran ocultas por los árboles y matorrales que conforman el hábitat de esta especie.
El buitre negro es notablemente agresivo e intolerante con sus congéneres por lo que resulta difícil verlo agrupado en torno a una carroña como hacen el resto de los buitres.
Estos recelosos animales nidifican en las zonas más apartadas de la influencia humana, lugares de difícil acceso debido a lo intrincado de las formaciones vegetales y donde construye un enorme nido siempre en la copa de algún gran árbol.
En los fríos meses de invierno se les puede ver volando en parejas de manera sincronizada, elevándose y descendiendo sin parar y a muy corta distancia el uno del otro, en un ritual que precede a la nidificación y que se repite año tras año en los escasos bosque mediterráneos que aún nos quedan.
En cuanto a su reparto por territorios, Sierra Morena es la zona en la que más parejas hay aunque cada vez están más presentes en la zona de la Campiña.
Lejos quedan los años 80 y 90 del pasado siglo cuando los envenenamientos, la escasez de comida en los muladares tradicionales y la destrucción de su hábitat natural en la zona mediterránea llevaron a este ave a estar en verdadero peligro y en una situación alarmante.
Los trabajos de conservación del buitre negro en Jaén están consiguiendo grandes resultados si se tienen en cuenta el número de estos animales que surcan el cielo de la provincia.
Las últimas cifras conocidas destacan que hay 79 parejas, lo que supone el doble de las que había en el año 2010. En toda la comunidad autónoma, el número de parejas llega a las 360.