El primer texto romano en que aparece una referencia (si bien no muy clara) al saludo, es de Tito Livio.
Los hechos se refieren a la capitulación de una urbe, Oringis, Auringis, o bien Aurgi (Jaén) frente a los romanos, liderados por uno de los gloriosos generales que dio la familia de los Escipiones, Publio Escipión.
Ocurrieron cara el año 207 aC. .
En aquella temporada, esenciales contingentes hispanos formaban parte habitual de los ejércitos cartagineses, mas las fuentes romanas atribuyen el saludo solo a los soldados iberos, y no al conjunto del ejército cartaginés.
NO ES LA MEJOR CITA SOBRE EL SALUDO (ES ALGO CONFUSA), PERO SÍ LA PRIMERA EN LA QUE TEXTOS ROMANOS SE REFIEREN A ESA FORMA PECULIAR DE SALUDAR.
Así puesto que, el conocido tradicionalmente como “saludo romano” en todo el imperio podría ser según varias fuentes el viejo “saludo Ibero”, este podría haber sido adoptado por los romanos junto con el “Gladius Hispaniensis” (espada celtibérica) al entrar estos en contacto con los pueblos hispanos.
SEGÚN PALABRAS DEL INSIGNE ARQUEÓLOGO E HISTORIADOR JUAN CABRÉ AGUILÓ, LOS ROMANOS NO HICIERON SINO COPIARLO Y ASIMILARLO A SUS PROPIOS USOS Y COSTUMBRES CULTURALES, DE FORMA QUE EN TEXTOS ROMANOS SE REFIEREN A ESTE SALUDO COMO “SALUTATIO IBERICA”, ESTE SALUDO PODRÍA SER EL MÁS ANTIGUO DESCUBIERTO EN OCCIDENTE, Y TENDRÍA UNA IMPORTANTE CARGA SIMBÓLICO-RELIGIOSA.
Este gesto consistía en alzar la mano diestra extendida, se utilizaba durante las oraciones, existiendo variantes del mismo, desde la apertura de la palma de la mano en señal de la sumisión de los orantes hasta las posturas de los propios oficiantes y sacerdotes, que acostumbraban a extender uno o los dos brazos y abrir las palmas.
De hecho, una de estas variantes consistía en doblar el codo y alzar la palma abierta, que, curiosamente, coincide con el saludo de los indios del Oeste Americano.
Como ya hemos comentado, para los iberos era un ademán envuelto de carácter sagrado, pues en los exvotos encontrados en sus santuarios, mismos se auto representaban, habitualmente, saludando y también invocando a sus Divinidades, en pie y realizando este saludo étnico tradicional del Pueblo Ibero.
No hay perseverancia de si este género de saludo étnico de la península es autóctono o bien es influencia de los distintos contactos con los pueblos de Oriente, Fenicios o Helenos.
Lo que si consta es que los romanos debieron verlo en la península por vez primera, pues los historiadores de la temporada y de la inmediata posterior, como pueden ser Tito Livio, Valerio Máximo, Seutonio o Salustio entre otros nos describen en sus obras este saludo como un saludo de paz de los indígenas, y lo tratan como una novedad para el pueblo romano de la época.
Lo como señalaría que no lo habían visto entre las etnias del Mediterráneo, Fenicia, Egipcia, Griega, Celta o Cartago, culturas para ellos muy conocidas en esa época, todo esto nos fortalece en la tesis de su origen Hispano.
Esté o no su origen en esta tierra, Jaén, el solo hecho de tenerla en consideración por parte de distintos historiadores y expertos en la materia es ya un motivo para sorprendernos.